lunes, 21 de diciembre de 2009

José, Manual Básico para el entiendimiento de. (II)

:- Gracias- suficiente para ambos. Lavado, ya sin espuma. Frío, para colmo. Ninguno quería seguir.
:- ¿Te vas a levantar?
:- No vengas con preguntas estúpidas.

José salió del cuarto en dirección a la cocina, bufando contagiado ya del mal humor de su amigo. Cuando llegó a esa mesa desordenada, a la pileta con ollas, platos, cubiertos y vasos, a la mesada con restos de comida y diarios viejos, decidió limpiar un poco. Ese desastre seguramente empujaba a los habitantes de esa casa a no salir de sus camas, a deprimirse por lo gris de sus vidas. Igual él no era así, Pedro y Robertino si, pero él no. Limpió por ellos entonces, limpió concienzudamente, utilizando todos los productos de limpieza que descansan en el bajomesada de cualquier hogar decente.
:- ¿Qué hacés?
:- Limpio.
Y siguió con la grasa pegada a la cocina.
:- ¿Por qué?
Estaba ahí desde tiempos lejanos, desde ese pollo que se recalentó hasta quemarse en el sartén negro, negro mugre.
:- Che, ¿qué te pasa?
Agua caliente y esperar un tiempo a que afloje.
:- A veces me canso.
:- ¿Y por eso limpias?
Pasó su vista por la mesa, algunas cajas de pizza, papeles baratos para envolver comida… cosas que se tiran y ya, después una rejilla húmeda y la mesa está limpia y reluciente.
:- Si.
Abrió el cajón de abajo, ese donde siempre dejaban las bolsas. Sacó dos, se las dio a Rober. Con sus manos le indicó que las mantenga abiertas y comenzó a arrojar dentro de estas todo lo que en la mesa reposaba.
:- Vos no sabés lo complicado que es soportar a un viejo de mierda como vos.
El cesto de basura no dijo nada, solo observó como su amigo, como ese que había perdido el trabajo por su culpa y ahora lo despertaba todos los días, religiosamente, con los mejores mates que había tomado jamás, le planteaba un problema, y el problema era él.
:- No entiendo por qué tenés que andar complicándote la vida al pedo.