viernes, 19 de febrero de 2010

Otro 504 II

:- ¿Qué hacés che?.

:- Acá (bostezo)... con una modorra que no imaginás.
:- ¿Por?- tomando el bolso de su colega del suelo, colgándose su cámara, encendiendo un cigarro, todo eso, en ese orden.
:- Lo mismo que te pasa a vos cuando... la flor de la edad tardía, ya no soy tan semental como antes- y la sonrisa de Robertino asomaba tímida, escondida atrás de un encendedor a bencina y Jimarson levantaba las cejas, revoleaba los ojos.
:- Es el galpón a mitad de cuadra, sin el auto no sos el mismo, eso suma.
:- ¿Suma qué?.
:- A tu estado, porque estás cansado, ¿no?- arrancó a caminar despacio, pitando lento.
:- Ah...
:- ¿"Ah..." qué?- mirándolo de soslayo, largando un poco de humo, preguntándose internamente acerca del amigo al que nunca le pasaban estas cosas, porque no era una persona de andar así, falto de energías, y mucho menos de soltar esos "ah" que dejan un mundo tácito.
:- El taxista, Carlos creo, la gente aparece siempre por algo viste, y dicen cosas...- no dijo más porque ambos entendían.

:- Será el timbre ese, ¿no?.
:- Será.

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:- ¿Esto es trabajar?- ya fuera, con la grilla, los contactos, las fotos...
:- Si, esto es trabajar- seguía raro, extraño hasta de si mismo. Caminaron en dirección al mar, el peso repartido entre ambos, silencio y cigarrillo.

:- El tachero dijo algo de olvidarse de uno mismo me parece- largó, de repente-, ¿entendés?.
:- ¿Y vos te olvidaste?.
:- Creo que si, por algo me está molestando eso que dijo- y lo molestaba como una aguja clavada ahí, en la boca del estómago. Andaban a pie por un barrio barrio densamente arbolado. Sin emitir sonido, sin fijar la vista en nada, uno pensaba que por ahí no se veían muchos chicos, ni muchos autos, ni mucho nada. El otro, suponiéndose tocado por cierta frase, se iba por sus senderos internos, recorría sin prisa cada recoveco de sus intestinos, se examinaba lenta y pausadamente.
:- ¿Tan así che?- y lo miraba cómplice, sintiéndose bien porque al menos por esta vez no era él el que andaba dubitativo, hermita.
:- Si, el tipo me dejó con un gusto a mierda en la boca hermano... como si se me hubiera escapado algo viste, como cuando recién te despertás de un sueño pero sabés que ya estás más allá del entendimiento, que para comprender tendrías que volver a algo de lo que no tenés ni la más puta idea de lo que fue, es, será, que se yo... no sé ni por qué mierda me puse así- y se detuvo, metió la mano derecha en el bolsillo (derecho) de la campera.
:- ¿Un encendedor?- incrédulo.
:- Si, siempre ando preocupado por si olvidás el tuyo, pero ahora quiero un pucho- y se lo pasó sin cuestionar, se lo dió como quién sabe que alcanza un salvavidas. Era un tiempo extraño el de la escena, ninguno de los dos sabía a dónde se habían acercado pero comprendían bien lo peligroso del terreno. Nadie queda así por algo que no conoce, se ve que estaban ahí en lo que una vez fue conocido.
:- ¿Dónde nos metimos?.
:- No sé che, mirá que la escuchaba a la vieja, pero ahora me picó.
:- ¿Qué?
:- Eso del olvido será, ¿no?.
:- ...
:- Muchas veces avancé desde la observación de mi persona, de mi actualidad. No me siento cómodo con lo que soy, pero si seguro, ¿entendés?. Asumo que a vos te pasa lo mismo. Van muchos años ya... muchos años, mucho tiempo de andar riéndome con el resto, enajenándome para poder continuar el circo... por suerte te tengo a vos, que serás lo que serás pero acá estás, pasándome un poco de cáncer enrolado... no me gusta olvidarme para seguir che, creo que se resume a eso... no tengo ni ganas de analizar nada porque sé que más allá de la mierda esta, por fuera de las palabras, entre nosotros hay un entendimiento, una comunión... y explicar desde qué ángulo me jodió lo del olvido es algo que me puede llevar todo el camino de regreso y la verdad es que no tengo ganas- y el cigarrillo quemaba en sus labios dulcemente.
:- Tanto che... mirá que necesitar ponerse así para fumar un pucho sin culpa- dos golpes en el hombro izquierdo de Jimarson, golpes secos pero suaves.
:- No te compadezcas, nunca sentí pena por vos.
:- No es pena eh, solo disfruto un rato del olor del barrio este y te palmeo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Otro 504

:- Buen día jefe.
:- Hola, buen día... dele fuerte nomás.
:- ¿Ahí?
:- Mueva la manija... si, ahí.
:- No sea cosa que me pierda por el camino.
:- No, lo intenté con otros pero no funcionó (guiño cómplice por el retrovisor)... ¿a dónde?.
:- Bastida al quinientos, esquina con Gonzaga es.
:- Para allá vamos entonces.

:- ¿Y esa casa de pastas?
:- Creo que es nueva, no le quiero mentir... solo tengo siete meses en el coche ¿vió?, pero me parece que no estaba, es una buena esquina, si la laburan bien... y tiene para el momento.
:- Qué bueno.
:- No sé... yo no puedo andar comiendo mucha pasta, me fermenta ¿sabe?.
:- ¿Cómo que le fermenta?
:- Si, en la panza, me da unos gases, disculpe.
:- Ahh... a mi algunas cosas también, las croquetas, por ejemplo, cuando mi compañera me prepara tengo que andar aguantando y se vuelve un poco molesto... ella sabe que me gustan... lo sabe porque se lo digo, pero lo de los gases no, como le voy a decir a, imagine que le diga "tus croquetas me dan gases amor", las hace con dedicación y la verdad es que son exquisitas, no quiero dejar de comerlas, pero me gustaría que me deje solo una horita, porque se disfruta lo de los gases...
:- Si, claro que se disfruta, pero acá en el auto medio como que tengo que andar con las ventanas abiertas, desodorantes... no se puede.
:- Jajaja, me imagino, debe ser complicado, por eso yo también tengo que esperar a que ella no este...
:- ¿Cómo se llama ella?
:- Florencia, no sé si es mi novia o qué, va y viene como todas, nosotros solo creemos que están, pero que se yo...
:- Si, lo entiendo, estoy acá porque quedé en el perchero.
:- ¿Qué le pasó?
:- No fue por gases, apareció un tipo pintón y de guita, y sabe usted que un reparto de mortadela bocha no tienta a ninguna mujer con ganas de progresar.
:- ¿Repartía mortadela?
:- Si, de la redonda, la bocha. Ella tiene parientes por la zona de campos y nos traíamos para acá una camioneta a la semana... andábamos bien, pero se ve que este tipo anda mejor.
:- ¿Lo dejó?
:- Sin anestesia.

:- ¿Ve ese puestito de ahí? En ese lugar compro la comida casi todos los días, se lo recomiendo.
:- Gracias por el dato, ahora que voy a andar más por la calle me viene bien.
:- ¿Qué hace usted?
:- Trabajo para el diario, pero pavadas, nada importante.
:- ¿Y a qué se dedica dentro del diario?
:- La sección de cultura: muestras, música, murga, cine... eso.
:- Debe andar mucho.
:- Si, pero tengo el auto, ahora quedó en el taller porque lo mandé para que le hagan tren delantero.
:- ¿Qué auto tiene?
:- Uno como este, un 504.
:- Son una roca.
:- Si, además lo tengo flama, no lo dejo caer.

:- ¿Le molesta si fumo?
:- Dele nomás, trabajo con un amigo que anda con un pucho todo el día.

:- ¡Mirá por dónde doblás, puta!
:- Jajajajaja.

:- Es tremendo esto de andar todo el día acá, ¿no?.
:- Y, uno se brota un poco... prefería lo de la mortadela, pero ahora vió, con la separación...
:- ¿No le quedó otra?
:- Y... mire, yo siempre soñé con viajar, con hacer mis cosas, cuando la conocí dejé todo de lado, inventé ese trabajo porque no me gustó jamás tener jefe, en el fondo sigo siendo ese mismo de antes de casarme, pero ahora me veo y me siento viejo... pero bueh, puse el taxi, donde me junte unos mangos y cumpla con los aportes no me ven más la cara.
:- ¿Se va?
:- Y, estar acá es como haberse ido un poco, me fuí de mi vida, ¿no cree?...
:- ...
:- Nunca quise ser esto, así que lo tomo como un volver, cuando otros ven que me voy yo veo que vuelvo...
:- ...

:- Ya casi estamos

:- Ahí en la esquina, sin cruzar, de mano derecha, el tipo ese es mi amigo, el del cigarrillo, está fumando el infeliz.
:- Qué vicio de mierda...
:- El mango es peor.
:- Y...
:- ¿Cuánto es?
:- Ahí le digo... nueve con ochenta.
:- Doce, por la charla.
:- Gracias don, un gusto.
:- Jim, para servirle.
:- Carlos.
:- Nos vemos, termine bien el día.
:- Igual ustedes.

lunes, 15 de febrero de 2010

Nocturna

:- Y era eso nomás, ¿entendiste?
:- No te estaba escuchando.
:- ¿Entonces por qué no avisás? No me gusta hablar al pedo- a Robertino nunca le gustó hablar sin ser escuchado. Al pedo era otra cosa, porque sus razonamientos, sus conclusiones... él y todos los que lo escuchaban sabían que muchas veces hablaba para sí mismo, hablaba por hablar, por esconderse nomás.
:- ¿No ves que estoy con el mate?- José ya no lo escuchaba en esos días, había decidido hace tiempo dejar pasar ciertos temas, no permitir en ninguno de los dos ese ir y venir por la melancolía.

Un sorbo de agua tibia junto a la bombilla, después de haber quitado el polvillo a la yerba. Pasó el agua caliente al termo, empacó las galletitas saladas, las dulces, todo en la mochila. Repasadores, dos, la especialidad de José. Bolsas vacías para la yerba vieja, paquete de medio kilo sin empezar. Estaban listos, ambos.

:- Vamos che- y José se calzó la mochila, Robertino abrió la puerta, cruzaron el umbral y los recibió fuera un cielo nocturno parcialmente nublado, con esas nubes bajas que se ven bien blancas gracias a la luz de la ciudad. Robertino cerró con dos vueltas ambas cerraduras y al instante sintió ganas de fumar, de hacer su escena favorita, de intelectualizar un poco el momento. Parsimonioso tomó su fuego a bencina, luego un rubio y lo encendió con rostro estudiado, rictus firme y cuello sutilmente echado hacia delante. José miraba, ya lo había visto hacer eso infinidad de veces, entendía que lo necesitaba, que le gustaba saber que así parecía algo que no era, eso que siempre quiso ser sin sentir culpa, sin saberse hipócrita.

:- ¿Por dónde?
:- Sigamos derecho- y enfiló hacia donde estaban los árboles de tilo. Cuando ya el sol se fue hace tanto tiempo por la calle no anda nadie, menos en los barrios. El rezongo del mate y los pasos cansinos eran lo único que sonaba más allá del viento. Caminaron largo rato en silencio, pasándose el mate, reparando en algún auto, alguna casa, alguna nube. José estaba inmerso en su tarea, cebador empedernido. De a ratos, en secreto, pispeaba a Robertino, buscándolo bien, de ánimos. El cebador empedernido daba en cada mate una fracción de barrera astral. El otro, el que recibía esa fracción, estaba inmerso en la melancolía que traía aparejada su rol. No podía representarlo sin ella. El primer cigarrillo había sido por los amores longevos, ahora venía el de los breves.
:- Hacete un favor y dejá de pensar pelotudeces- y levantó la vista una milésima de segundo antes de encender el segundo rubio-, no entiendo tu necesidad de andar como un viejo miserable.
:- Vamos a la plaza esa, la de la tierra, que quiero andar descalzo- igual lo encendió, pero sin parsimonia ni nada, solo lo encendió.
Giraron a la derecha, desde ahí faltaban unas cuadras más, ninguno sabía cuántas. La plaza estaba más allá de las calles de tierra, solo tenía unas hamacas y un par de toboganes convalecientes. No era la plaza que a veces se llenaba de hippies vendedores de pulseras, esta era la plaza del barrio, la descuidada, a la que van los chicos a jugar a la pelota con esos arcos hechos con remeras, buzos, palos.
:- ¿Querés bizcochitos?
:- Ah, dale, pasá algunos.
:- ¿Dulces o salados?- le mostró el pucho en su mano derecha, estaba para lo salado, lo dulce no va con el humo.
:- Qué buenos mates che... no sé qué haría sin vos la verdad, mirá que la noche está buena, pero sin estos mates sería lo mismo de siempre...
:- Pocas veces agradecés vos, ¿pasa algo?.
:- No, ahora no, antes, lo de rumiar... viste.
:- Estás pensando en las mismas de siempre.
:- En las mismas no, en otras, me fuí a lo pequeño.
:- ¿Qué es eso?
:- A las que pasaron por ahí y a los amigos breves- y metió la mano en la bolsa de los salados, agarró varios, soltó el humo y se manducó uno. "Amigos breves", y apareció ante sus ojos un 504-. Che, están buenos.

Acomodó el pucho en su boca, la derecha con el mate, la izquierda con los bizcochos.
Acomodó el mate en su boca, junto al pucho. Lo acomodado fue la bombilla, claro, el mate está sostenido por la derecha.

:- Algunos no fueron breves, pero se fueron. Igual feliz eh, estoy feliz, mirá la calle toda para nosotros y allá, ¿la ves?, se ve la plaza José. Decime si no está hermosa, por suerte no le pusieron luces. Tenía un amigo que era de tomar mucho café, nunca te conté de él, me da cosa andar pensándolo. Era un boludo que no te das una idea viejo. A vos te hubiera caído bien, él tenía más vida que yo. Le gustaban las minas creo que más que a mí, no se hacía problemas, era de otra especie. A él le agradecí muchas veces, como a vos los mates. Es una linda noche che, nos hubiera gustado- y devolvió el mate con la derecha y el cigarro se sonrojó de repente, se encendió veloz y sus ojos se volvieron cristal-... ¿Sabés hace cuánto?, pasó mucho tiempo desde la última vez que me permití esto, ser feliz pese a las pérdidas. Siempre rumiando, siempre eso que vos sabés, y estás ahí cebándome mates, despertándome con amargos o dulces, con bizcochitos, con tus repasadores... soy medio desgraciado, lo sé- y fumaba y hablaba, vomitaba palabras casi-... desgraciado, já, pero viejo, qué pelotudazo. Caminar, mates, bizcochos y un amigo.
:- Te olvidás de los cigarros.
:- Bueno viejo, pero es una parte de mí.
:- Si, como todo- José tenía una extraña forma de resumir a Robertino que hacía los deleites de este. "Como todo", pensó. "Todo", repitió.
:- ¿Vos sos o te hacés?
:- Yo solo cebo mates.