lunes, 23 de marzo de 2009

Vereda de vainillas.

No sé a que hora vuelve. Tengo que ir temprano.
Salió rápido, sin saber a donde ir. Afuera esperaba la vereda de vainillas y un sol de diez de la mañana.
:- Señora, disculpe ¿donde hay un almacén?- a la vecina que cuidaba a un nenito muy rubio y muy chiquito, en un triciclo. Debía ser la abuela.
:- Seguí hasta aquella, que es San Martín, y doblá para allá, es ahí nomás- a la vecina nueva, que no había visto aún pero que si había escuchado por las noches.
:- Muchas gracias.
:- De nada- es educadita, debe ser la novia.

Caminó pensando en algo rico para comer. Los autos eran escasos y lentos en ese séctor de la urbe. Árboles de tilo, chicos y perros. Está un poco fresco pero igual andá con un top y el sol le da en los hombros. Lleva el carrito de los mandados, el que él heredó de su abuela. Completan una pollera de jean y alpargatas con dibujitos, blancas con bichitos de la suerte. A veces dejaba lo rudo de lado, solo llevaba su brazo.

La despensa era chiquita, con una heladera exhibidora y un par de estantes en las paredes. Entraban unas 5 personas, a lo sumo. Estaba sola, nadie más que ella se enfrentaban a los míopes ojos de la señora de la despensa. El lugar era sucio, la variedad de productos escasa.
:- Hola, buen día.
:- Buen día señorita, ¿qué va a llevar?- cara inmutable, la misma para todos menos para las señoras del barrio.
:- Cien gramos de jamón cocido, un paquete de fideos y una cabeza de ajo.
Esperó pacientemente a que termine de cortar el fiambre y haga la cuenta en un papelito. Nueve pesos con cincuenta, el vuelto un chocolate. Volvió con el sol en la cara y también algo de su pelo. La vecina la miró con aprobación cuando comprobó el contenido de la bolsa y no dudó en sonreir cuando María se agachó a saludar al nene. Entró rápido, se despidió con una sonrisa de ambos vecinos, le gustó esa primera incursión por el barrio.
:- No me fijé si eran adoquines.
Guardó las cosas y dejó una notita en la mesa: "si lees esto es porque estoy dormida, despertame así comemos, no prepares nada". Primero el baño, ahora que él estaba más limpio se podía ir tranquila, y hasta tenía revistas. Después una ducha rápida y a la cama, a abrazarle su almohada y dormir hasta que llegue, no sabía a que hora.

Cuando despertó estaba la mesita y los fideos, y el ajo y el jamón, más crema de leche y ades, y cerveza.