sábado, 19 de diciembre de 2009

El trauma adolescente II.

:- Por eso nunca te dije nada, para que después no andes lleno de preguntas.
:- ¿Nada de qué?
:- Que te quería y esas huevadas.
:- Ah.
:- Ah, si. Porque mirá como estás, y todo por un par de Te Amo de mentira.
:- Y...
:- Y nada bobo, vos sos muy boludo para relacionarte con forras como yo, ¿no te das cuenta?
:- ¿Por qué te hacés cargo?
:- Porque también te traté mal.
:- ...
:- Si, lo sé, y por eso muchas veces no te quiero ver, y me siento cuestionada, y te digo todas esas boludeces que generan una distancia enorme entre los dos, porque sé que hice muchas cosas mal, y porque un poco me gustás y no me cabe pensar que podés estar mal por mi culpa.
:- Pero ahora no tenés nada que ver.
:- No vine para que te hagas el superado eh.
:- ¿Superado?
:- Ajá.
:- ¿Superar qué?
:- Superarme a mí.
:- A vos no te superé, solo estoy resignado. Sabés que me gustás, como yo a vos, pero no resulta, nos terminamos lastimando.
:- Si, lo sé, pero no te hagas el superado, es solo eso. No vamos a terminar cojiendo.
:- ¿No?
:- No.
:- No te creo.
:- No me creas.
:- Lo mismo dijiste cuando nos vimos después de la pelea.
:- ¿De cuál de todas?
:- De todas, boluda.


:- ¿Nos vamos a quedar acá?
:- ¿Vos querés hacer algo?
:- No sé, solo pregunto.
:- Vamos para casa entonces.


:- ¿Y ahora?
:- Qué tarado.