:- A eso de las once cae el remolque, avisame así rajo antes.
:- Yo me voy antes, hoy me toca de pelotari.
:- De pelotudo te toca, mirá como nos vinimos a encajar por esta verga.
Tres cuadras hasta la plaza, no iba a llegar ningún auto por ese camino. El cielo estaba despejado pero el frío era notable, el viento soplaba fresco y constante. Casas bajas y blancas y el bramar constante del mar completaban el paisaje.
:- Sino fuera por la gente este lugar sería hermoso.
:- Qué mañana positiva che.
:- Vos encajaste el auto.
Llegaron a la curvita que les permitiría ver la plaza. Esas tres cuadras eran largas pero las terminaron en veinte minutos. Estaban Flor y Mariana con el sonido.
:- Allá están tus amigas, andá a saludar.
Sin prisa caminó la plaza de una punta a la otra y subío en la improvisada torre de sonido. Luces y colores, los tableros eran impresionantes. El lugar estaba bien preparado, iba a ser una buena inauguración. Las chicas se dieron vuelta al minuto, estaban concentradas terminando algún arreglo para él incomprensible. Flor estaba igual, bonita y con sus abrazos. Mariana lo odiaba un poco, no podía perdonarlo.
:- ¿Cómo va todo?
:- Bien, no compart...
:- Mariana, basta- la mano derecha de Florencia fue directo a la boca de Mariana.
:- ¿Ya sabés lo de María?- el esfuerzo era inútil, ahora la mano luchaba con otra que la quitaba de la boca.
:- Vos no vengas a provocarla.
:- No, yo vine a saludar- los ojos se llenaron de lágrimas y su mano dejó de pelear con la de Florencia, Mariana estaba derrotada.
:- Sos un hijo de puta vos...- lo quería tanto.
:- No te pongas así pava- él también, pero no como ella, que igual dejaba que la abrace para consolarla por no tenerlo.
:- ¿Cómo andás Jim?
:- Bien Flor, ¿vos?
:- Bien, expulsada.
Otra charla de Mariana y Robertino. Habían pasado años desde que se quisieron como pareja por última vez, ella lo había dejado después de volver dos veces y él ya no soportó. Al tiempo Mariana quiso volver pero era tarde, como siempre. Ahora hablaban bien, tomaban unos mates mientras llevaban una charla agradable. María y actualidad fueron los temas. A Mariana le costaba aceptar, habían pasado algunos después de él pero era el único que extrañaba, el único que recibía una puteada cuando aparecía después de más de un año. Encima volvía como si nada, en un evento igual de pelotudo que cualquiera, que cualquiera de esos otros a los que nunca jamás apareció.
:- ¿Y la querés?
:- ¿Ya hablaron?
:- Si, ahí esta, mejor. ¿Ustedes?
:- Le saqué el teléfono- Jimarson ganador, como siempre.
:- Ya lo tenías, tarado- Florencia ganadora, como siempre.
Robertino los abandonó en el centro de la plaza, metros delante de la torre de sonido, que estaba tirada más hacia el fondo del terreno. Se dirigió al escenario, a contemplar la muchedumbre que se iba aglutinando frente a las tablas. Parecía que estaban todos reunidos en la otra plaza de la localidad, a unas cinco cuadras normales para el norte, por el camino de asfalto, el que Jimarson no quiso tomar porque era apenas más largo. Bandas, murgas y teatro, eso era lo seleccionado para el día. También se repartían unos folletos con textos de autores zonales, su amigo conductor había colado unos cuantos de los suyos en tal impreso. Lo desplazaron de su confortable sitio de pacífica contemplación y se dirigió nuevamente a la torre. Ahí se instaló un buen rato, mientras la plaza se colmaba en tan solo unos cuarenta minutos. Pensaba en María, en como estaría durmiendo, en su vuelta y en el pasado. Lo había lastimado, eso pasaba a menudo. La había perdonado, punto. Estaba planificando con ella, muchos de sus actuales esfuerzos la tenían como beneficiaria y se sentía bien cuando se daba cuenta de eso. Revisó la cámara, todo en orden. Cargó la otra con igual paciencia que la anterior. Mariana lo miraba sin hablarle, una tenue sonrisa esbozaba en sus labios y un qué lejos te fuiste se tatuaba en su alma. Levantó la cabeza y la vió viéndolo, sonrió y continúo sus labores.
:- Che, voy a sacar unas fotos y a charlar con la gente, en un rato vengo.
Antes le decía lo mismo pero con un Te Amo al final, un Te Amo grande como una casa. Eso fue lo único que pensó mientras él bajaba esa escalera que sería una tortura, porque tenía vértigo desde chiquito, quizá desde nacimiento. En un costado de la plaza se despedían Flor y Jim, ambos tenían que cumplir labores. Desde la cábina telefónica de la esquina Rober avisó a sus amigos que no iba a llegar al club, estaba retrasado en Santa Clara y aún no había comenzado la cosa. Jim lo vió dentro y corrió a pedirle que atrase el remolque una hora, ahora que estaba bien con Florencia tenía por que quedarse un rato más.
:- Qué tipo pajero que sos, es por Flor, ¿no?